Centro Cultural Borges – 2013
A comienzos de 2006, el proyecto La Línea Piensa irrumpía, serenamente, en el escenario de las artes visuales de la ciudad de Buenos Aires. Un breve y certero manifiesto de sus directores anunciaba escuetamente su principal objetivo: otorgar al dibujo en y de Argentina el lugar de relevancia que la calidad y el número de sus cultores deberían asegurarle y que sin embargo le era negado. Hoy, con siete años de trabajo y más de sesenta exposiciones, es indudable que el proyecto debe ser pensado como parte de la historia del arte argentino de este comienzo de siglo, una historia de las obras, de los artistas convocados y seguramente de las diversas tendencias y preocupaciones de las cuales ellos dan cuenta. Pero también de la historia de un episodio, aún en construcción, de la práctica social del arte. Porque con absoluta naturalidad y casi como sin quererlo La Línea Piensa se coloca en el centro de uno de los problemas del arte contemporáneo: a saber, el vínculo de los artistas con las instituciones, la visibilidad para las diferentes producciones, la existencia mínima de la obra en tanto es confinada o retirada al y del silencio. Así, los espacios, circunstancias y reglas de la exposición fueron violentados por el gesto de Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía generando una fisura en el campo del arte. Las sesenta muestras y sus respectivos catálogos así lo demuestran y revelan un rico, casi exquisito, repertorio de obras y artistas insospechado o mejor dicho ocultado hace algunos años. A su vez, la visibilidad alcanzada por el ciclo parece reforzarse en la marca con que el gesto de Noé y Stupía impregnan al proyecto y a los artistas convocados. Se trata de la demarcación establecida por dos artistas, plenos del respeto de sus pares y de las instituciones, que adoptan como parte de su actividad el señalar, con absoluta naturalidad, aquello que merece ser destacado en el arte contemporáneo. En la actualidad, la sola mención del pasaje por La Línea Piensa en la trayectoria de un artista despierta un especial interés en los profesionales y en los espacios de arte. Por otro lado la posición del dibujo en el campo artístico se ha modificado y son muchos los jóvenes artistas, tanto de Buenos Aires como de otras ciudades argentinas, que participan en proyectos que los tienen como eje, a la vez que se multiplican los libros de y sobre el dibujo. Sin embargo o justamente por eso, cada nueva edición de La Línea Piensa, es esperada con la certeza de que hay un enorme campo vital, con una gran producción y que las diferentes muestras develarán nuevas obras y experiencias nuevas, como si se tratara de una gran exposición sobre la disciplina, entendida en toda su amplitud, que se está construyendo en el tiempo.