Centro Cultural Borges – 2007
“Con sumo placer comienzo a escribir este texto que sirve de prólogo a la presente muestra de dibujos de Candelaria Palacios, que, a su vez, acogemos Eduardo Stupía y yo – en tando directores del proyecto La línea piensa – con gran satisfacción. Ésto se debe a que conozco su evolución artística desde el principio, la cual me ha ido brindando sorpresas cada vez mayores, hasta este momento en el cual su obra deviene un ejemplo magnífico de eso que denominamos “la línea piensa”. Lo primero que contemplé realizado por las manos de Candelaria fue un conjunto de cuadros que reflejaban con voluntad objetiva interiores de su propia casa de campo, o, a veces también, su entorno, pero encarando lo exterior con igual sensibilidad intimista. Pero hete aquí que su ojo realista y sumamente sensible comenzó a registrar los dibujos abstractos que hacen los pliegues de una manta o una manguera en el trayecto de su viboreo. A partir de allí fue privilegiando el dibujo resultante del tejido de líneas e integrando su ánimo objetivista anterior con la abstracción, como si el resultado de su tejido lineal se objetivara. Y ésto lo digo en el doble sentido de objetivación de lo subjetivo y de hacerse objeto: sus imágenes se corporizan dentro del plano. Candelaria Palacios comenzó así con una metodología obsesiva a desencadenar su pensamiento lineal y su mundo. Capaz de dibujar numerosas horas al día, muchas veces a bordo de un automóvil en los trayectos que la llevan y traen del campo a la ciudad, ella viene revelándose desde hace unos tres años como una notable artista a través de la textura visual, con alusiones a veces figurativas, otras abstractas pero siempre con una sensibilidad exquisita y no carente de humor. El ojo objetivador de Candelaria ha deambulado del objeto al ojo, del ojo al alma, del alma a la mano, de la mano a la línea y de ésta al alma del contemplador.”